lunes, 30 de abril de 2007

PARAGUAY: STROESSNER Y EL PARTIDO COLORADO, UNIDOS PARA SIEMPRE

STROESSNER Y EL PARTIDO COLORADO, UNIDOS PARA SIEMPRE
Por Luis Aguero Wagner
Una anómala demostración de coherencia realizó la dirigencia colorada en la última semana rindiendo un diferido homenaje a quien en vida fuera su presidente honorario y a quien por ocho veces elevaran como candidato a la presidencia de la República, el general Alfredo Stroessner. Una derrota en votaciones del Congreso que el único líder jamás hubiera permitido, era al parecer el detonante que faltaba para tomar coraje y consumar este abierto desafío a ciertos dictadorzuelos de la prensa, que viven jactándose de su lucha selectiva contra ciertas etapas de la dictadura que les munió de recursos para inaugurar sus medios de comunicación.
Hablo de coherencia porque la abrumadora mayoría de los colorados, si no la totalidad, considera a Stroessner el mejor gobernante de la historia del Paraguay. Los más recalcitrantes contestatarios del Mopoco, por ejemplo, no vacilaron en cerrar filas en torno el número 2 del régimen estronista, abandonando en pocas semanas el Acuerdo Nacional cuando se les invitó a participar de la repartija de la torta, sin renegar jamás del 13 de enero, del reatado hilo de la historia, de la democracia sin comunismo, de la Unidad Granítica ni de los beneficios que prometía a cambio de la lealtad incondicional el más importante narcotraficante de la historia del país.
Como si Stroessner fuera apenas uno de los diez avatares del Dios hinduísta Visnu, encarnado para luchar contra el mal, los estronistas a su vez pasaron a ser sucesivamente rodriguistas, argañistas, wasmosistas, oviedistas, cubistas, gonzalezmacchistas para ahora, como buenos adoradores de la deidad de turno, transmutarse en rabiosos tendotistas. Es que deben seguir "haciendo méritos", como dicen ellos en su candidez.
Demás está decir que jamás renunciaron, a la hora de hacer negocios -con o sin Stroessner- a los parámetros establecidos durante la hegemonía de la dictadura. Vale decir, con el dinero público como principal fuente de poder y enriquecimiento personal y con los créditos externos como principal fuente de dinero público.
Como no homenajear a Stroessner, si jamás han renunciado a la creencia de que la adscripción ciega a las políticas imperialistas sacará al país de su marasmo, a pesar de que esta obsecuencia determinó y sigue incentivando atroces violaciones de los derechos humanos, persecución ideológica y proscripción política, sin que la población hoy conozca de los presuntos beneficios tras 66 años de obediente alineamiento a Washington.
La ANR también se sigue riendo de su propio ideario liberal, producto del discípulo mitrista José Segundo Decoud, precursor ideológico que comparten colorados con el Partido Liberal. Se sigue riendo de la Constitución Nacional, entelequia esotérica que los prohombres del coloradismo históricamente han utilizado como felpudo, de Bernardino Caballero a Nicanor.
Siguen acusando de traición a la patria a quienes por profilaxis alejan créditos de sus bolsillos, olvidando a los 23 miembros de la Legión que firmaron su acta fundacional por orden de su jefe Bernardino Caballero, por entonces ungido de autoridad policiaca sobre los mismos por las fuerzas brasileñas de ocupación.
Por debajo de la mesa y a veces también por encima, se siguen dando de la mano ministros y altos funcionarios de empresas estatales con el empresariado corrupto y el crimen organizado. Todavía está fresco en nuestra memoria el recuerdo de cómo la llamada de un diputado al presidente abortó un operativo antidrogas en el noreste del país.
Al igual que durante el régimen de Stroessner, se sigue apelando a rentar opositores para legitimar los designios autocráticos desde el Congreso. Ahí están frescos los recuerdos de la "brillante actuación" de Laíno y Filizzola durante el periodo Legislativo 2005-2006.
El vasto sistema prebendario en torno a las reparticiones públicas no ha parado de crecer, aunque algo deba hoy compartirse en la Justicia Electoral y otro tanto con la prensa clientelista, exigencias de un Paraguay moderno y democrático.
Al igual que en los gloriosos tiempos de la dictadura anticomunista, el embajador norteamericano despotrica contra las revoluciones marxistas-leninistas con amplio respaldo de la supuesta prensa antiestronista, más vocinglera anticomunista y maccartista que el mismo Stroessner. Igual hoy que hace medio siglo, vaticinan el inminente fin del régimen castrista mientras convocan a Paraguay como infalibles panelistas a periodistas a sueldo de la ultraderecha estadounidense, envueltos en escándalos de corrupción como Carlos Alberto Montaner. Y mientras la junta de gobierno homenajea con añoranza a Stroessner, el culto al máximo caudillo colorado retoma en el presente sus niveles más enfermizos y se sueña en la reelección indefinida con que Lyndon Johnson agració a Stroessner, por más tiempo que haya pasado desde que dejaron de sonar los Beatles y concluyó la guerra de Vietnam.
Incontestable muestra de coherencia de la ANR con su línea histórica, aunque vaya acompañada de los melancólicos lagrimones de nostalgia que acompañan a la derrota en una votación.

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